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El tapiz (del francés tapis, que a su vez deriva del griego bizantino τάπης)[4] es una obra de tejido tradicionalmente hecha a mano en la que se producen figuras semejantes a las de una pintura utilizando hilos de distintos colores. También se utiliza la expresión "arte de tapicería", que no debe confundirse con la tapicería entendida como artesanía encargada de tapizar muebles.
Desde su origen remoto los tapices servían para abrigar las paredes en tiempo frío, mejorando la sensación térmica en las estancias. Lo más probable es que los primitivos tapices fueran simplemente paños gruesos colgados de las paredes (como cortinajes) o extendidos en el suelo (como alfombras). Con el tiempo, fueron incorporando decoración y materiales caros (oro, plata, seda), convirtiéndose en objetos suntuarios y en auténticas obras de arte.
El tapiz es uno de los objetos más antiguos que puede considerarse mueble decorativo. De él se hacía uso para cubrir vanos y paredes, suelos y muebles importantes; pues hasta el siglo XVI se confundían los tapices propiamente dichos con los tapetes y alfombras. Desde el siglo XV los tapices se empleaban también como colgaduras en la decoración de las vías públicas con motivo de cualquier celebración importante (procesión, entrada real o recepción solemne, que llegaban a ser muy complejas -arquitectura efímera-). A partir el siglo XVII se popularizó el uso de las alfombras y los tapetes, distinguiéndolos perfectamente de los tapices, definidos por su posición vertical.
Pintores de la talla de Rafael, Rubens, y Goya realizaron modelos pictóricos (denominados "cartones") para la confección de tapices.
Actualmente, se utiza el término "tapiz" para referirse al fondo de pantalla de múltiples dispositivos electrónicos.